Shigeru Miyamoto, el hombre que hizo arte el videojuego

Sony ha puesto en marcha estos días la campaña #ElVideojuegoEsArte, con la que pretende alentar este viejo debate y, de paso (o sobre todo), promocionar sus productos Playstation. Como creo que esta discusión está largamente superada, yo voy a aprovechar el hashtag de los señores de Sony para hablar de Nintendo y su creativo estrella: Shigeru Miyamoto, el primer diseñador de videojuegos como tal, el primer hombre de la industria que concibió el videojuego como una forma de arte.

Resulta curioso la facilidad con que se otorga la categoría de artista en ciertas disciplinas, y el empeño con el que se niega en tantas otras. Muchos creadores son definidos como artistas por el simple hecho de dedicarse a una disciplina catalogada como tal. Pero no todos los músicos, pintores, escritores o cineastas son artistas, muchos de ellos, la mayoría, son artesanos. Hay otro tipo de artistas, sin embargo, a los que les cuesta más gozar de reputación y reconocimiento, son aquellos que, dedicándose a una actividad considerada como un simple oficio, consagrándose a una técnica, son capaces de sublimarla hasta elevarla a la categoría de arte. Ese es el caso de Shigeru Miyamoto, quien en varias ocasiones ha defendido que el videojuego no es una forma de arte, aunque su propia obra insista en llevarle la contraria.

Este japonés, nacido y criado en un pequeño pueblo rural a las afueras de Kioto, es un hombre humilde, un tanto tímido, al que su papel prominente en la industria del videojuego le ha obligado a dedicarse a labores de promoción en las que se encuentra fuera de lugar. Probablemente para su consternación, su figura ya ha trascendido su ámbito de influencia y comienza a encontrarse pisando alfombras que deben resultarle completamente ajenas. Ya le sucedió en 2006, cuando fue nombrado Caballero de la Orden Francesa de las Artes y las Letras, y volvió a pasarle en 2012, al ser galardonado con el (por entonces) premio Príncipe de Asturias de Humanidades.

Lo cierto es que la definición del videojuego como forma de arte sólo puede causar controversia entre los sectores más conservadores del mundo creativo. Desde el momento en que el videojuego integra medios de expresión similares a los del cine, como la música, el diseño artístico, el guión, la narración audiovisual y, en los últimos años, incluso la interpretación, es absurdo negarle a un videojuego la posibilidad de alcanzar la cota de obra de arte. Si no había sucedido antes es por las limitaciones técnicas iniciales del medio, que se han superado en cuestión de tres décadas, y por ser una industria joven que aún no había generado creadores sublimes. El primero de ellos es Shigeru Miyamoto.

Miyamoto, un ingeniero industrial fascinado con la obra de Walt Disney, fue el primer diseñador de videojuegos capaz de llevar su visión más allá de una propuesta jugable. Quizás más conocido por ser el creador de Super Mario, la verdadera manifestación de su talento se encuentra en la saga The Legend of Zelda.

En 1986, Shigeru Miyamoto sacudió el mundo del ocio electrónico con este cartucho para la máquina de 8 bits de Nintendo, una obra que suponía un salto cualitativo como se produce pocas veces en la historia de un medio. Usando un método de trabajo inverso al de cualquier diseñador, Miyamoto imaginó primero el juego que quería hacer, y luego buscó la manera de plasmarlo con la limitadísima tecnología de aquella época. El resultado fue un videojuego en el que, por primera vez, el objetivo no era sumar puntos o superar niveles, sino la experiencia en sí. Se trasladaba al jugador, más que un desafío, una propuesta: la de explorar un mundo abierto, la de tomar decisiones alejadas del determinismo lineal que se conocía hasta la fecha, invitándolo a descubrir a través de sus propios pasos la historia que encerraba The Legend of Zelda.

A su innovador concepto jugable debía sumarse un guion de una complejidad y trasfondo desconocidos hasta la fecha, el soberbio diseño gráfico de Takashi Tezuka y una banda sonora que lograba ser hermosa incluso a través de la tarjeta de sonido de la NES (que sólo admitía cinco canales de audio simultáneos). Una música compuesta por Koji Kondo que ha sido reinterpretada y orquestada a lo largo de los años, hasta convertirse en una de las melodías más reconocibles y de más bella factura de la historia del videojuego.

The Lenged of Zelda, versión original en 8bits

The Legend of Zelda, suite por la London Philarmonic Orchestra

El concepto de The Legend of Zelda marcó para siempre a las generaciones posteriores de jugadores y desarrolladores de videojuegos; su concepción era tan adelantada que debió transcurrir más de una década antes de que la técnica ofreciera a Miyamoto las herramientas necesarias para plasmar de forma definitiva lo que su mente había imaginado doce años antes. Lo logró con The Legend of Zelda: Ocarina of Time (1998), considerado aún a día de hoy como el mejor videojuego de la historia.

Hay pocos artistas tan influyentes en sus respectivos campos como lo ha sido Shigeru Miyamoto en el videojuego, algo que se ve favorecido por la breve historia de esta industria. Supongo que, durante algunos años, continuará habiendo voces que discrepen de la definición de videojuego como arte y de Shigeru Miyamoto como artista; son, probablemente, las voces de aquellos que no han disfrutado de la magia que subyace en estos mundos jugables, convertidos ya en universos narrativos con una profunda capacidad de evocación y evasión. En muchos casos, alentando incluso la imaginación de creadores de otras disciplinas. Exactamente igual que sucede con la buena música,el buen cine o la buena literatura.

¿Una entrega al año no hace daño?

Call of DutyAssassin’s CreedHaloPro Evolution SoccerFIFANeed for SpeedProfessor LaytonBattlefield… son franquicias que podríamos clasificar como AAA y que han asumido con total naturalidad el ritmo de una entrega anual, de modo que este mes podemos comprobar cómo, un año más, acuden puntuales a las tiendas con un nuevo título seguido de algún llamativo sobrenombre. No hace mucho, el lanzamiento de una nueva entrega de una saga de prestigio era un auténtico acontecimiento que apenas se podía disfrutar una o dos veces en cada generación de consolas, pero gran parte de la industria opta ahora por exprimir sus licencias al máximo, llegando al ritmo que actualmente estamos viendo.

El resto del artículo en Generación Pixel…