Interstellar: Nolan se disfraza de Kubrick

A estas alturas, creo que ya podemos confirmar que Interstellar es mi película más esperada del verano. Chris Nolan parece haberse propuesto ir renovando las bases del cine de ciencia ficción, y si con Inception nos ofrecía un viaje introspectivo hacia el interior de la psique humana, aquí realiza el viaje opuesto y ataca la épica de la conquista del espacio.

La temática quizás recuerde a 2001 Una Odisea del Espacio (Stanley Kubrick), pero a mí, particularmente, las imágenes me dejan el regusto de otra película de género también protagonizada por Matthew McConaughey: Contact. Intento no lanzar las campanas al vuelo, pero tras una regulera Dark Knight Rises, a Nolan le toca peli buena.

Marvel/Disney y DC/Warner: dos maneras de entender el cine de superhéroes

La tercera entrega cinematográfica de Iron Man, pese a la disparidad de opiniones que ha suscitado entre el fandom (no así entre la crítica, que la elogia mayoritariamente),  se ha convertido en un magnífico ejemplo de lo que podemos empezar a considerar el estilo Marvel de hacer cine.Y es que la veterana editorial neoyorquina, reconvertida en exitosa productora que sigue publicando cómics por mera tradición, parece haber decidido que sus últimas adaptaciones tengan un tono común basado en la desdramatización, el espectáculo díscolo y el sentido del humor. Bajo esta propuesta, que dio comienzo con la primera Iron Man y parece haber alcanzado su cénit (al menos por ahora) con la estupenda The Avengers, subyace una visión bastante inteligente de cómo hacer cine de superhéroes, consistente básicamente en no tomárselo demasiado en serio. Al fin y al cabo, estamos hablando de gente en mallas, ¿no?

Esta visión honesta del material original ha permitido a Marvel mantener una apuesta principalmente lúdica que, en varios casos, está dando estupendos e inesperados resultados. Para empezar, porque no le han perdido el respeto al espectador y no han caído en el error, tan extendido hoy día en Hollywood, de confundir el cine palomitero con cine barato (y no me refiero al presupuesto). Parece que Marvel aprendió bien la lección en los 90 (cuando la fuga de talentos de las grandes editoriales de cómics supuso una debacle en ventas), y a sabiendas de que no basta un personaje popular  para vender el producto, ha puesto sus mayores producciones en manos de gente de la industria que conoce (y respeta) el material original, y que han sabido desbrozarlo de lo que no funcionaría en las salas potenciando aquello que sí encaja en el medio cinematográfico. Y entre los  artífices de esta adaptación de la viñeta al celuloide digital, nadie duda de que el nombre a destacar es el de Joss Wheddon, director de Los Vengadores y, a la sazón, consultor de cualquier película Marvel que se haga a partir de ahora.

Pocas veces un actor se ha hecho tanto (y tan bien) con su personaje como Robert Downey Jr. con Tony Stark...
Pocas veces un actor se ha mimetizado tanto con su personaje como Robert Downey Jr. con Tony Stark…

Los Vengadores debía ser el buque insignia de esta traslación a la gran pantalla del Universo Marvel, y alguien en Disney tuvo la sabiduría (o la suerte) de poner el proyecto en manos de un director con un impresionante sentido lúdico y una elegancia narrativa bastante infrecuente en el actual cine de aventuras. Así, Wheddon supo aprovechar lo que heredaba de sus predecesores, principalmente un buen elenco en el que destaca un arrebatador Robert Downey Jr., y aportar su propio sello de director/productor/guionista con pulso quirúrgico para diseñar gags y fastuosas escenas de acción. El resultado fue una de las mejores cintas palomiteras que se recuerda en años, con la rara virtud de gustar por igual al fan, a la crítica y al público medio. No es de extrañar que Marvel haya decidido que, a partir de ahora, ésta sea su Biblia y Joss Wheddon su profeta.

Y en el otro extremo del espectro tenemos a DC Comics/Warner y su pequeño milagro, que no es otro que lograr que volvamos a tomarnos en serio la figura del superhéroe atormentado. Para ser honestos, el logro es más bien de Chris Nolan y quizás (un poquito) de Zack Snyder, cuya adaptación de Watchmen es bastante mejor de lo que a todos nos pareció la primera vez que la vimos. ‘La Distinguida Competencia’ ha decidido humanizar a sus héroes, subrayar la solemnidad de su sacrificio y el sentido dramático de sus motivaciones, y lo ha logrado principalmente a través del oscurantismo épico de su trilogía Dark Knight, que ha devuelto el prestigio cinematográfico a un personaje defenestrado tras las aberraciones filmadas por Joel «el Enemigo Definitivo de Batman» Schumacher. Tan buenos resultados ha dado la fórmula, que la re-revisión de Superman que se estrenará el próximo mes de julio, The man of steel, mantendrá ese enfoque ‘shakespeariano’ de la figura del superhéroe, ofreciéndonos una visión más íntima y humana del kriptoniano. Y para mantener la coherencia con el tono que DC quiere dar a su nuevo universo cinematográfico, la producción ha corrido a cargo del ya mentado Chris Nolan (director de Dark Knight) con dirección del también mencionado Zack Snyder.

...o Heath Ledger con el Joker, que se apropió del personaje hasta el punto de hipotecarlo para futuras películas.
…o Heath Ledger con el Joker, personaje del que se apropió hasta el punto de hipotecarlo para futuras películas.

DC no está inventando nada nuevo con este enfoque, simplemente está aplicando un patrón que ya dio excelentes resultados en los cómics de los 80, consistente en ‘oscurecer’ a sus personajes y bajarlos al terreno de lo prosaico, siguiendo la línea de clásicos como WatchmenSuperman El Hombre de AceroBorn Again, o Batman: Año Uno.

¿Responden estas dos maneras opuestas de abordar la figura del superhéroe a la ruta trazada para sus personajes desde cada editorial, o son la consecuencia de los nombres elegidos para liderar cada proyecto? ¿Se contrató a Nolan porque DC quería dotar a sus películas de un tono más sombrío y melancólica, o el hecho de que se eligiera a Nolan es lo que, a la postre, ha conferido este discurso a las nuevas adaptaciones del Universo DC? En el caso de Marvel, parece más claro que fue antes el huevo que la gallina, pues en Iron Man y en otras producciones posteriores, como Capitán América: El Primer Vengador, ya se apreciaba esta tendencia más aventurera y desenfadada (incluso con toques de comedia), directamente heredada de la versión Ultimate del Universo Marvel, que es la que realmente se está adaptando al cine. Dejo fuera de la ecuación las pelis de X Men y Spiderman por pertenecer las primeras a Fox y las segundas a Sony-Columbia, por lo que Marvel no tiene más implicación en ellas que la cesión de los derechos. Algo de lo que ahora se deben estar lamentando muy mucho, por cierto.

En cualquier caso, debemos felicitarnos de que ambas propuestas estén dando buenos resultados, pues aunque algún que otro chasco nos hemos llevado por el camino, el balance general está siendo muy superior a lo que muchos nos hubiéramos atrevido a soñar hace unos años. Sin embargo, hay algo en lo que los productores de ambas casas deberían empezar a pensar: ¿cuánto tiempo se puede explotar el filón superheroico? ¿No es previsible que el espectador, a medio o largo plazo, se canse de la misma temática y personajes? Quizás va siendo hora de que Marvel y DC, como productoras, consoliden este sello ‘autoral’ que comienzan a mostrar y lo apliquen a otro tipo de historias, unas que no tengan que salir necesariamente de las páginas de sus cómics, dando lugar a nuevas propiedad intelectuales (IPs que las llaman ahora) desarrolladas específicamente para el cine, sin que tengan que ceñirse a la temática superheroica. Desde luego, poseen la capacidad de reinvención y el flujo creativo para hacerlo.

Balance (friki) de 2010

Aprovecho este ratito de tranquilidad para hacer un balance «friki» de este 2010 al que le quedan unas horas. ¿Quá ha sido lo mejor y lo peor del año que estamos apurando?

En cine: Sin duda,lo mejor ha sido Inception. Una película de ciencia ficción como hacía tiempo que no disfrutábamos los amantes del género y del cine. Redonda, un 10 para Chris Nolan. Además, la reseña que escribí de la peli tuvo el «honor» de ser cortypegada en un par de webs de cine. ¿Qué más se puede pedir?

Respecto a lo peor, he podido esquivar muchos bodrios, pero uno me dio en toda la cara: Los Mercenarios (The Expendables), ese engendro perpetrado por Sylvester Stallone que, además de penoso, era aburrido. ¡Retírate ya Sly!

En TV: Lo mejor ha sido el descubrimiento (por mi parte) de The Big Bang Theory, una sitcom que va de cabeza al podio de mis tres comedias televisivas favoritas (las otras dos: Friends y Cómo Conocí a Vuestra Madre). Cierto es que quizás no sea plato para todos los paladares, dado el elevado nivel de referencialidad friki, pero sus diálogos son de lo mejorcito que se ve en TV desde hace tiempo. ¡Ah! la recuperación de House también se puede apuntar en el haber de 2010, con una sexta temporada que recupera a un personaje que comenzaba a ser víctima de sus extravagancias.

Lo peor, probablemente, el confusamente alegórico final de Lost. Tan raro que la afición no supo ponerse de acuerdo en si era una maravilla de la filosofía moderna o una tomadura de pelo en toda regla. Yo opto por lo segundo, y no intentéis explicármelo de nuevo, por favor.

En literatura: Podría decir que lo mejor es el Nobel a Vargas Llosa, que se lo merecía desde hace años… o décadas. Pero esto es un balance friki, así que seré retorcidamente friki y diré que lo mejor ha sido la reedición en España de la ultradescatalogada novela histórica Musashi, de Eiji Yoshikawa, gracias a la editorial Quaterni. Un clásico de la literatura japonesa imposible de leer en español si no era en la antigua (y casi imposible de encontrar) edición de Martínez Roca.

Lo peor… hummm… no he dejado a medias ningún libro. Pero «por hacer sangre», lo peor ha sido el clamoroso éxito de la saga Crepúsculo (¿lo pilláis?).

En cómics: Suelo decir que los cómics también son literatura, pero hago el distingo por ser «otro tipo» de literatura. Lo mejor de este año vuelve a ser la obra maestra de Robert Kirkman: The Walking Dead, que mantiene su elevadísimo nivel y sigue ofreciéndonos un desarrollo de personajes magistral y una lectura adictiva, pese a que continúa sin desvelarse nada importante de la trama. La reedición de Monster, uno de los mejores mangas que he tenido la oportunidad de leer, ha sido otro de los regalos que nos ha dejado este 2010. El año lo redondea el que por fin sepamos cómo vamos a leer los cómics en el futuro; la respuesta nos la ha traído Apple con su iPad, el gadget que inaugura el segmento de los tablet PC supone un alivio para todos esos lectores que ven preocupados cómo sus estanterías comienzan a colapsar.

Lo peor, quizás, la decepción que ha supuesto (al menos para el que suscribe) el reputadísimo cómic indie Cerebus de Aadvark que, tras décadas de retraso, por fin se publicaba en español  siendo presentado como una de las grandes novedades editoriales del Salón del Cómic de Barcelona. Tras  el desembolso de 30 euros, y con todo el dolor de mi corazón (y de mi bolsillo) he de decir que la obra de Dave Sim me ha parecido un auténtico peñazo.

Y videojuegos: Lo mejor, sin duda, la ambiciosa y magistral ‘space opera’ de BioWare: Mass Effect 2. Lo mejor de la ciencia ficción y de los videojuegos unido en dos DVDs para el recuerdo. Así lo han sabido ver cientos de publicaciones y miles de usuarios de todo el mundo, pues ha sido proclamado (casi por unanimidad) como juego del año por casi toda la prensa especializada. Y este año había rivales duros de roer, como Red Dead Redemption y Starcraft 2. También habría que destacar la resurrección de Wii, que ha cerrado el año con auténticas maravillas como Mario Galaxies 2, No More Heroes 2, Metroid Other M y Donkey Kong Returns, después de torturar a sus usarios con juegos mediocres durante los últimos años.

¿Lo peor? Que la otrora genial saga Pro Evolution Soccer continúe sin levantar cabeza, y que Nintendo haya cerrado el grifo a su consola portátil (Nintendo DS), que apenas ha recibido títulos de enjundia para este año, señal de que ya se prepara el terreno para su sucesora (Nintendo 3DS). También podemos criticar la nula originalidad de las desarrolladoras, que prefieren seguir poniendo números detrás del mismo título en lugar de arriesgar con ideas nuevas (como el maravilloso Mirror’s Edge).

Eso es todo por hoy. ¡Feliz 2011!

Inception (Origen), la compleja arquitectura de Chris Nolan

Hoy inauguro «sección», ya que a partir de ahora reseñaré películas poniéndole una calificación al final del texto, como vengo haciendo con los cómics en mi otro blog. Y qué mejor película para empezar que el mejor estreno en lo que llevamos de año: Inception (Origen según la distribuidora española). Prefiero mantener el título original, entre otras cosas porque la traducción no recoge la sutileza del mismo, una palabra inglesa a medio camino entre «comienzo» y «creación», que cobra todo su significado a lo largo del metraje de la película.

Debéis saber dos cosas antes de leer esta reseña: Inception es una película mimética y versátil, difícil de encasillar en un solo género, y además es complicado hablar de ella sin desvelar datos trascendentes de la trama. Pero creo que podré evitar cualquier ‘espoiler’ relevante.

Nos encontramos, por tanto, ante un relato de ciencia ficción que nos sitúa ¿en el futuro?, o en un futuro próximo, o en una realidad ligeramente distinta, en la que se ha desarrollado una tecnología que permite a los seres humanos entrar en trance y compartir sueños. Literalmente. Sumidos en un sueño inducido mediante drogas, una de las personas conectadas se convierte en el «sujeto», la persona cuyo subconsciente sirve de anfitrión, y los demás penetran en este sueño ajeno y habitan esta realidad onírica, muy similar a nuestra realidad… pero con sus propias reglas, las que impone «el sujeto».

Como es lógico, pronto aparecen personas dispuestas a aprovecharse de esta tecnología, y una de ellas es Cobb (Leonardo di Caprio), un «ladrón onírico» (o «extractor» en el argot del film)  especializado en penetrar en el sueño de otras personas y sustraer de su subconciente información importante y valiosa, información que vale mucho dinero, información que, en algunos casos, ni siquiera el sujeto es consciente de poseer. Nótese que usar el término «sujeto» para denominar a la persona que «pone el escenario», el individuo cuyo sueño se habita, es todo un acierto narrativo, ya que no hay nada más «subjetivo» que el sueño de una persona, la expresión pura de su subconsciente.

A partir de aquí, y para evitar espoilers, os debe bastar con saber que Cobb, junto con sus colaboradores habituales, se ve obligado a aceptar un trabajo en el que debe asaltar el subconsciente de un individuo, pero no para realizar su habitual trabajo de extracción de información, sino algo más complejo y peligroso.

De entrada, esta descripción del argumento deja claro que no nos encontramos en un thriller al uso. De hecho, nunca antes habíamos visto algo como Inception, lo más parecido que se me viene a la cabeza es The Matrix, aunque esta última presentaba un mundo menos enrevesado y más comprensible a todos los niveles. La nueva vuelta de tuerca de Chris Nolan es un film a medio camino entre la complejidad argumental y narrativa de Memento y la espectacularidad y contundencia de  Batman Dark Knight, pero probablemente mejor que ambas. Una auténtica maravilla en la que el director mantiene un sabio equilibrio entre su personal universo, enamorado de las matrioskis narrativas, y el pulso que debe tener una superproducción dirigida al gran público.

Y es que ante la compleja obra de ingeniería creativa que esboza el guión del propio Nolan, el director logra lo más difícil: que una vez el relato se pone en pie en pantalla, el espectador no se pierda en un laberinto narrativo. En ningún momento a la historia «se le va la olla», consigue que, pese a su retorcida arquitectura, nos mantengamos pegados al relato y comprendamos lo que pasa en pantalla. Se trata de un universo fantástico, lleno de matices y con su propia lógica interna, pero no hace trampas, no se nos pide que nos traguemos algo «porque sí», sino que se mantiene fiel a las leyes del universo subconciente que el director/guionista ha ideado y consigue que compartamos esas reglas de juego.

En este sentido, Inception es la película más inteligente e innovadora que he visto en muchos años, y para colmo funciona como entretenimiento puro y duro; un trabajo que, para el que suscribe, coloca a Chris Nolan como el mejor director «comercial» del momento. Hacía años que en Hollywood nadie demostraba este talento en estado puro, llevamos mucho tiempo tragándonos guiones mediocres y cliché tras cliché, a menudo revestidos de un aparatoso traje de seda (sí, me refiero por ejemplo a Avatar). Así que, por favor, que le den a este hombre dinero para hacer lo que quiera.

La velada la redondea un reparto soberbio, en cuyas espaldas recae la responsabilidad de hacer creíbles a unos personajes que viven entre mundos, mercenarios que trafican con un cargamento tan improbable como el subconsciente ajeno. Y Leonardo di Caprio, un actor sobresaliente e inteligente, que podría haberse conformado con su papel de chico guapo y, sin embargo, se ha arriesgado con personajes más y más difíciles hasta labrarse un nombre como intérprete, no como galán. Su tino a la hora de elegir proyectos ha llegado hasta tal punto, que ir a ver una peli protagonizada por él es garantía de calidad. No ya por su interpretación, sino por su buen paladar para elegir cine con clase. Di Caprio borda un personaje que vive con el miedo permanente de no despertar nunca, o mejor dicho, de creer que está despierto cuando en realidad aún sueña; y que debe convivir con un sentimiento de culpabilidad que corroe su mente con pesadillas. Y si enfrentarte a tus pesadillas siempre es un problema, imaginaos lo que puede ser cuando te mueves entre sueños.

Todo este complejo armazón narrativo esta apuntalado por la soberbia banda sonora de Hans Zimmer, que firma una partitura muy distinta a lo que nos tiene habituado: renuncia a crear melodías simbólicas y fáciles de retener, como en sus trabajos más representativos (Rain Man, Gladiator o Piratas del Caribe), y apuesta por una BSO casi incidental, totalmente al servicio del relato, que busca por encima de todo inducir un estado de ánimo en el espectador. Y a fe que lo consigue. Hablando con amigos que entienden de esto más que yo, me encuentro con que este trabajo de Zimmer no ha convencido como otros, y llego a la conclusión de que es muy diferente escuchar la desasosegante partitura del alemán sin conocer su contexto, sin tener el referente de las escenas para las que han sido escritas. Una vez se comprueba cómo la música encaja con el relato hasta mimetizarse con él, convierte su posterior audición en casa en un elegante ejercicio de evocación del que es difícil abstraerse.

Concluyo. Inception es una película asombrosa, nos ofrece un mundo complejo y cargado de posibilidades, derrocha riqueza imaginativa y está rodada de forma brillante, arrastrando al espectador por una montaña rusa onírica que nos deja pegados al asiento y sin aliento. Una genialidad como difícilmente veremos otra en la próxima década. 10

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